El Congreso: Una institución en problemas
Enviado el 19/09/2012
Por:
Noticias SER
El
Congreso de la República
es sin duda una institución fundamental para la vigencia de la democracia, pero
suele estar constantemente puesto en cuestión, por el comportamiento ético de
sus miembros, así como por la poca capacidad legislativa y fiscalizadora que
muestra. Los cuestionamientos no son nuevos, e incluso sirvieron de excusa hace
veinte años para el golpe de Estado que dio el entonces presidente Alberto
Fujimori, quien además al re-instalarlo lo manipuló de tal forma que a pesar de
los esfuerzos de reforma interna y renovación de la vida parlamentaria, nunca
ha podido recuperar del todo, el respeto de la ciudadanía.
Pero,¿es
sólo un problema de falta de eficiencia parlamentaria o de un mayor celo de los
partidos a la hora de seleccionar candidatos? Si así fuere, el problema podría
ser resuelto mediante alguna de las tantas propuestas de reforma que se han
hecho en la última década. Sin embargo, el problema es mucho más estructural y
no sólo aqueja a nuestro Congreso, sino al de muchos otros países, en los que
también existe un malestar similar, frente a la institución que supuestamente
es la representación de la ciudadanía por excelencia.
El
mundo ha cambiado y los tiempos y los espacios de la política aún más. La
velocidad de las comunicaciones y el desarrollo de la sociedad de la
información por un lado; y la progresiva desaparición de las soberanías
nacionales por el otro, hace que los mecanismos y las formas de funcionamiento
de las representaciones nacionales sean permanentemente sobrepasadas por los
acuerdos comerciales, los tratados internacionales y una ciudadanía cada vez
más interconectada.
Por ello, en Noticias SER consideramos que no basta con
lamentarnos por la falta de capacidad auto fiscalizadora de nuestro Congreso, o
por la distinta vara con la que mide faltas éticas similares. Y aunque
compartimos el malestar de la opinión pública cuando los congresistas se
protegen entre ellos, apelando a un falso espíritu de cuerpo, más nos preocupa
que no se haga nada por adecuar el Congreso a los tiempos que vivimos. Quizás
antes que añorar el viejo Senado de los grandes patricios republicanos, sea
mejor encontrar las fórmulas para que nuestros representantes estén en la
capacidad de representarnos.